viernes, 30 de septiembre de 2011

Poco pan y pésimo circo.

  Caminaba por "mi" calle barakaldesa, entre los arcos que la hacen famosa, tratando de huir del calor típico del veranillo de San Miguel. Es raro ver en este pueblo carteles en las paredes, ya que nuestro Ayuntamiento dedica una pareja de "brigadas" a recorrer el municipio, rasqueta en mano, con el único objetivo de arrancar cada uno de los carteles y/o pegatinas de las farolas y paredes (incluyendo carteles del 1º de Mayo o de huelgas generales, pero ese es otro tema). Pero ayer no. Ayer me topé de frente con un cartel que me sacó de mi letargo veraniego definitivamente: ver imagen.

  La oferta cultural de Barakaldo (y por desgracia, la de muchos y muchos pueblos y ciudades) se está limitando cada vez más al ocio mercantilista, al comprar por ver y el pagar por escuchar. Las escuelas ya no tienen sus clubs de tiempo libre, que hace 15 años entretenían a la chavalería de cualquier edad con ocio "gratuito": salidas al monte, a la playa, en bicicleta, talleres de cerámica, de cocina, ludotecas... A nadie le ha interesado mantener un modelo basado en el ocio educativo, en los chavales que pasaban directamente de ser monitoreados a ser monitores; monitores voluntarios, que no cobraban un duro y se conformaban, en el mejor de los casos, con un crédito de libre elección para la universidad.

  A cambio nos hemos dejado llevar a un modelo basado en los bares y las lonjas: esos cubiles oscuros, donde cada cuadrilla de adolescentes pasa los años jugando a la "play", ignorando lo que hay "ahí fuera", lejos de persianas y mugrientos baños. Después, cuando llega el fin de semana, los ya no tan jóvenes nos echamos las manos a la cabeza cuando vemos las ingentes hordas de chavales acudir a las zonas de fiesta, botella de ron "el almirante" en mano, a disfrutar de ese ocio que se les ofrece. Claro que ellos, la chavalería, piensan que el tal Kiko Rivera es un payaso de circo, pero seguro que el que se ríe es él, cuando cobra los 4.000 o 5.000 € de caché por desfilar su famosa cara por la discoteca local.

  ¿Y qué hay del pan? Pues tal día como hoy, 30 de setiembre, cierra otra de las ilustres industrias de la margen izquierda: Babcock. Prosigue así la sangría de empleo e industria estable y de calidad que nos queda, condenándonos a vagar por los centros comerciales mendigando un empleo precario e inestable. Precariedad con contrato, que se aprovecha de los más vulnerables, como las mujeres, a quienes se las ofrecen contratos de jornada parcial "para que luego tengan tiempo de hacer sus cosas", o a los jóvenes, a los que se nos ofrecen condiciones infestas a cambio de 400€ con los que te podrás pagar el seguro del coche y, quien sabe, a lo mejor incluso ver a algún famoso en la discoteca. 

  Esta es la apuesta de nuestras instituciones, y lo viene siendo desde que la UE les planteó la famosa premisa: o modernizan su industria, o cambian su sistema productivo. Y claro, es más barato hacer cinco mega centros comerciales, un museo de titanio y tres hoteles, que apostar por la innovación y la vanguardia industrial. 

Así que en estas estamos. Panem et circenses. Me voy a la lonja.

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