miércoles, 10 de noviembre de 2010

Temporales, maretones y la ira de Cariño.

Dicen los meteorólogos que a partir de esta tarde (miércoles 10) el temporal comienza a remitir, que los vientos amainarán, y la mar se irá calmando gradualmente. La verdad es que esta mañana me ha despertado un trueno procedente de algún rayo que no ha caído a más de un kilómetro de mi casa; el salto que he pegado en la cama ha sido digno de algún gimnasta de la URSS en los juegos olímpicos.

  Ya se empieza a hablar de graves daños, de paseos marítimos hundidos, de diques de abrigo que se vienen abajo... A esta hora, que yo sepa, dos hombres han muerto víctimas del temporal: uno en Galicia, que desafiando a Cariño (deidad marina de los gallegos precristianos) tuvo la mala idea de cambiar el amarre de su bote en pleno maretón; el segundo a sido en Bermeo, cuando un hombre se ha saltado el balizamiento y ha entrado en la zona peligrosa, cayendo al agua. Apareció sobre las 16:30 flotando en Sukarrieta.

  En Donostia, como cada temporal, una parte del paseo nuevo ha sido engullido por los espumones. En Getxo, sin embargo, parte de la terraza del hotel y el paseo de Ereaga han sido medio arrasados por la pleamar de ayer por la mañana.

  Ahora bien, mi pregunta es sencilla: ¿es normal que cada temporal cueste miles de millones de euros? Que yo sepa, temporales los a habido siempre, y por lo menos hasta hace un par de años, era rarísimo que un dique de abrigo sufriera por el embate de las olas, o que una carretera costera desapareciese sin dejar rastro. Recuerdo hace ya tres o cuatro años cuando un brutal (éste sí) maretón se llevó el cargadero McLennan de Somorrostro (en la imagen); nadie tomó nota de lo ocurrido, pues éste cargadero llevaba ahí desde finales del XIX.
Pero nosotros seguimos con nuestra política de robar metros al mar. El proyecto de puerto exterior de Pasaia, o el relleno del Superpuerto de Bilbao son un ejemplo de ello. De echo, la playa que veis en la imagen está desapareciendo, debido a la draga de arena que se está llevando a cabo para rellenar el Superpuerto.

Luego nos llevaremos las manos a la cabeza, cuando el próximo temporal (seguramente antes de enero) otro tramo del paseo de Donosti desaparezca. O cuando el enorme dique de abrigo de Bermeo se acabe de desmoronar ante la incredulidad de los arquitectos. No nos acaba entrar en la cabeza un proverbio bien sabido por todos los que, alguna vez, hemos sido parte del salitre: la mar se cobra su tributo.

1 comentario:

  1. Erreflexio interresgarria, baina euskaraz egiten saiatuko zaren konfidantza daukat !

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